Hace un par de sábados, quedé con unos amigos para
comer en el centro de Barcelona. La opción mas fácil, debido al mal
tiempo y a la que estaba cayendo, fue el Farga de Gran Vía. Hacía mucho tiempo que no iba a comer a ningún
restaurante de esta cadena. Pero... ¡Qué decepción tan grande!
Llamé para reservar una mesa en la segunda planta del restaurante; ya que allí están más separadas y mejor vestidas que las del resto del local. Me dijeron que estaban reservadas porque tenían un grupo muy grande. ¡¡Vaya por Dios...!!
- Bueno, pues resérveme una mesa para cuatro; pero de aquellas que están en la parte derecha de la planta baja.
- Sí, claro, ¿cómo no? La reserva, a nombre de... - Di mi nombre y respiré....
Llamé para reservar una mesa en la segunda planta del restaurante; ya que allí están más separadas y mejor vestidas que las del resto del local. Me dijeron que estaban reservadas porque tenían un grupo muy grande. ¡¡Vaya por Dios...!!
- Bueno, pues resérveme una mesa para cuatro; pero de aquellas que están en la parte derecha de la planta baja.
- Sí, claro, ¿cómo no? La reserva, a nombre de... - Di mi nombre y respiré....
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La primera decepción nos la llevamos en cuanto llegamos. No nos habían guardado la mesa que yo quería. Mosqueada; pero resignada acepté el sitio y me senté con mis amigos.
Segunda decepción: pedimos la carta y, ¿cuál es mi
sorpresa? Había quedado reducida a un folio din-A4, mal fotocopiado, sin funda y casi
peor que la que te ponen en cualquier bar de barrio; ya que apenas se podía leer. Solo
podíamos pensar en lo mediocre que se había convertido un restaurante donde
daba gusto ir a comer por su selección de platos y el buen servicio.
Farga es una cadena que nació en 1957, fundada por Jesús Farga, y ha sido
siempre un punto de referencia en pastelería selecta. Habían apostado por la buena gastronomía y la calidad. Sin
embargo, no sé si será por la crisis o por el tipo de turismo cutre y poco
exigente que llega a Barcelona, esto ha dejado de ser prioritario.
Con la hoja de platos en la mano e intentando leer esa
fotocopia de impresora sin tinta, empezamos a pedir:
- Huevos estrellados; cuya presentación dejaba mucho que desear.
- Ensalada tibia de queso de cabra, más bien congelada. De tibia solo tenia el plato. Tal vez se referian a eso: una ensalada de queso frío servido en plato tibio.
- Ensalada de habitas baby con virutas de jamón. ¡Uuffffff...! ¡Esto fue demasiado! Debería llamarse: ensalada de lechuga marchita, con cuatro habitas que se tienen que buscar y trozos de jamon del país que tienes que masticar como chicle.
- Hamburguesa Farga a la parrilla, que no sé por qué no pone en la carta que se trata de una mini hamburguesa.....
¡¡Ay...!! Si el señor Jesús Farga levantara la cabeza.........
De ahora en adelante, me limitaré a comprar pastelería en esta cadena que, de momento, parece ser lo único en lo que siguen manteniendo el entusiamo y la creatividad de su fundador.
De ahora en adelante, me limitaré a comprar pastelería en esta cadena que, de momento, parece ser lo único en lo que siguen manteniendo el entusiamo y la creatividad de su fundador.
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