lunes, 15 de octubre de 2012

LA CAIDA DE FARGA


Hace un par de sábados, quedé con unos amigos para comer en el centro de Barcelona. La opción mas fácil, debido al mal tiempo y a la que estaba cayendo, fue el Farga de Gran Vía. Hacía mucho tiempo que no iba a comer a ningún restaurante de esta cadena. Pero... ¡Qué decepción tan grande!

Llamé para reservar una mesa en la segunda planta del restaurante; ya que allí están más separadas y mejor vestidas que las del resto del local. Me dijeron que estaban reservadas porque tenían un grupo muy grande. ¡¡Vaya por Dios...!!
- Bueno, pues resérveme una mesa para cuatro; pero de aquellas que están en la parte derecha de la planta baja.
- Sí, claro, ¿cómo no? La reserva, a nombre de... - Di mi nombre y respiré....
Puerta principal


La primera decepción nos la llevamos en cuanto llegamos. No nos habían guardado la mesa que yo quería. Mosqueada; pero resignada acepté el sitio y me senté con mis amigos.
Segunda decepción: pedimos la carta y, ¿cuál es mi sorpresa? Había quedado reducida a un folio din-A4, mal fotocopiado, sin funda y casi peor que la que te ponen en cualquier bar de barrio; ya que apenas se podía leer. Solo podíamos pensar en lo mediocre que se había convertido un restaurante donde daba gusto ir a comer por su selección de platos  y el buen servicio.
Farga es una cadena que nació en 1957, fundada por Jesús Farga, y ha sido siempre un punto de referencia en pastelería selecta. Habían apostado por la buena gastronomía y la calidad. Sin embargo, no sé si será por la crisis o por el tipo de turismo cutre y poco exigente que llega a Barcelona, esto ha dejado de ser prioritario.
Con la hoja de platos en la mano e intentando leer esa fotocopia de impresora sin tinta, empezamos a pedir:
  • Huevos estrellados; cuya presentación dejaba mucho que desear. 
  • Ensalada tibia de queso de cabra, más bien congelada. De tibia solo tenia el plato. Tal vez se referian a eso: una ensalada de queso frío servido en plato tibio. 
  • Ensalada de habitas baby con virutas de jamón. ¡Uuffffff...! ¡Esto fue demasiado! Debería llamarse: ensalada de lechuga marchita, con cuatro habitas que se tienen que  buscar y trozos de jamon del país que tienes que masticar como chicle.
  • Hamburguesa Farga a la parrilla, que no sé por qué no pone en la carta que se trata de una mini hamburguesa.....
En fin... Los demás platos que pedimos fueron tambien un fiasco. Acerca del servicio... Sin palabras. Tengo que decir, a todas estas, que el segundo piso donde supuestamente iba a comer un grupo muy grande, se quedó vacío  toda la tarde. Es decir; que el motivo real de no poder reservar mesa allí seguramente fue la incapacidad o, tal vez, ¡¡la pereza de dar un servicio en condiciones!!
¡¡Ay...!! Si el señor Jesús Farga levantara la cabeza......... 

De ahora en adelante, me limitaré a comprar pastelería en esta cadena que, de momento, parece ser lo único en lo que siguen manteniendo el entusiamo y la creatividad de su fundador.